Con los años nuestra piel pierde densidad, firmeza y elasticidad, debido a la disminución de la producción de colágeno y elastina, que son las proteínas responsables del tensado de la dermis. Así mismo, factores como la pérdida de peso, padecimiento de alguna enfermedad reciente, exposición solar prolongada …, han podido acelerar el proceso y hacer más evidentes los síntomas de flacidez y distensión cutánea.
Dependiendo del grado de afectación se pueden recomendar uno o varios tratamientos para devolver armonía y conseguir un óvalo facial más joven.
Los mejores resultados se obtienen con la combinación de diferentes tratamientos:
– Hilos tensores PDO (Polidioxanona) , son hilos quirúrgicos utilizados también en cirugía cardiaca, con lo cual son reabsorbibles pasados seis meses. En el lugar que han estado se produce una estimulación de los fibroblastos, que producen colágeno y elastina, responsables del tensado de la piel. La duración del efecto puede oscilar entre 18-24 meses.
Hay varios tipos de hilos tensores: monofilamento, espiculados, colágeno, etc.
– Ácido poliláctico: Es un producto redensificador y tensor de la piel. Combate la distensión cutánea, reestructurando el tejido y creando un sostén que aporta firmeza a la piel.
– Ácido Hialurónico: Es el fiel aliado de la Medicina Estética, que permite rellenar surcos y arrugas, dar volumen en las zonas que sean aconsejadas y produce una hidratación profunda de la piel, con lo que se consigue un aspecto más joven.
– Microneedling con factores de crecimiento. Es un tratamiento de regeneración y redensificación de la piel basado en el aumento de la vitalidad de las células de nuestra dermis. La activación de los fibroblastos y células madre proporcionan a la piel un aspecto sano y natural.
– Radiofrecuencia. Esta técnica basa sus resultados en la transmisión de unas ondas energéticas que un aumento de la temperatura en capas internas de la dermis. Este calentamiento conlleva la activación de los fibroblastos, incrementando la producción de colágeno y elastina.